domingo, 27 de diciembre de 2015

« ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»



CRECER CREYENDO:





















Lc (2,41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. 
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Palabra del Señor

Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5

R/.
 Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


COMENTARIO:

“¿QUÉ FAMILIA?”

Hoy es el Día de la familia cristiana. Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos en lo que puede ser un proyecto familiar entendido y vivido desde el espíritu de Jesús.
  
No basta defender de manera abstracta el valor de la familia. Tampoco es suficiente imaginar la vida familiar según el modelo de la familia de Nazaret, idealizada desde nuestra concepción de la familia tradicional. Seguir a Jesús puede exigir a veces cuestionar y transformar esquemas y costumbres muy arraigados en nosotros.

La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y conflictos.

Según el relato de Lucas, los padres de Jesús lo buscan acongojados, al descubrir que los ha abandonado sin preocuparse de ellos. ¿Cómo puede actuar así? Su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais  que yo debía estar en la casa de mi Padre?».

Sus padres «no le comprendieron». Solo ahondando en sus palabras y en su comportamiento de cara a su familia, descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.



No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?



¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios? ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?" 


 REFLEXIÓN:


En el día de la Familia, cuando ya se ha celebrado Nochebuena y Navidad, quizá pesen más los reproches de la comida, la bebida, el vestuario o la decoración, el omnipresente móvil, o los excesos en general, que la alegría de juntarse, de compartir, de celebrar el nacimiento del Redentor.
A mí, como a muchos, me toca hacer malabarismos para cuadrar las dos familias: aquella en la que soy hijo y la mía, donde soy padre. Cuidar, junto con mis dos hermanos, de nuestra anciana madre y educar , junto a mi mujer, a nuestros dos  hijos en los valores de la Familia de Nazaret, es mi particular Belén.
Ya no os cuento cuando entran en escena las familias políticas. Hay que ser Houdini, para escapar del bullicio o del fragor, dependiendo si celebras la compañía o peleas tu espacio, y sigues empeñado en que lo importante de todas las cenas, los desplazamientos y las ocasiones perdidas para estar callado es lo que ha ocurrido en un pesebre en Belén. Sí, porque por eso, y nada más que por eso, pasa todo lo demás.
Y el cuñado resabiado te dirá que esto ya lo inventaron los romanos, que celebraban “los saturnales” y un amigo ateo te dirá lo de “Feliz solsticio”, para marcar su progresismo, aunque con ello retroceda tanto en el tiempo como le sea necesario para borrar cualquier  connotación religiosa a estas fiestas. Como si casi 2000 años de celebración cristiana, se pudieran borrar de un plumazo del poso de los pueblos y sus gentes.
Por, eso me gusta poner en valor LA FAMILIA. Porque esta, con sus cualidades y defectos, es la estructura más antigua de los hombres.
Y es por la sensación de pertenencia, por la que se echa de menos a las personas que faltan. Por esa misma razón los recuerdos afloran y se narran a los hijos o se riegan con lágrimas en la soledad.
Y ahí, en esos recuerdos, es donde los valores cristianos se abren paso hacia el presente. Pues cada uno de nosotros, sea cual sea el papel que nos toque jugar en la familia, somos depositarios de esos valores y tenemos el deber  de transmitirlos a las nuevas generaciones.

Esa es nuestra misión estos días. ¡Que el Señor nos de fortaleza y templanza para llevarla a cabo! ¡Ánimo y adelante! ¡No tengáis miedo! ¡Que la fuerza del amor no disminuya nunca en nuestro corazón!


NAVIDAD ES... AHORA!!! ¡¡QUE LA FUERZA DEL AMOR NO DISMINUYA NUNCA EN NUESTROS CORAZONES!! ¡¡PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD!! ¡¡FELIZ NAVIDAD!!





NATIVIDAD DEL SEÑOR
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana
Jueves 24 de diciembre de 2014

En esta noche brilla una «luz grande» (Is 9,1); sobre nosotros resplandece la luz del nacimiento de Jesús. Qué actuales y ciertas son las palabras del profeta Isaías, que acabamos de escuchar: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9,2). Nuestro corazón estaba ya lleno de alegría mientras esperaba este momento; ahora, ese sentimiento se ha incrementado hasta rebosar, porque la promesa se ha cumplido, por fin se ha realizado. El gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios. No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad. No hay sitio para la indiferencia, que se apodera del corazón de quien no sabe querer, porque tiene miedo de perder algo. La tristeza es arrojada fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón.



Hoy ha nacido el Hijo de Dios: todo cambia. El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados. La Virgen nos ofrece a su Hijo como principio de vida nueva. La luz verdadera viene a iluminar nuestra existencia, recluida con frecuencia bajo la sombra del pecado. Hoy descubrimos nuevamente quiénes somos. En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta. Ahora tiene que cesar el miedo y el temor, porque la luz nos señala el camino hacia Belén. No podemos quedarnos inermes. No es justo que estemos parados. Tenemos que ir y ver a nuestro Salvador recostado en el pesebre. Este es el motivo del gozo y la alegría: este Niño «ha nacido para nosotros», «se nos ha dado», como anuncia Isaías (cf. 9,5). Al pueblo que desde hace dos mil años recorre todos los caminos del mundo, para que todos los hombres compartan esta alegría, se le confía la misión de dar a conocer al «Príncipe de la paz» y ser entre las naciones su instrumento eficaz.

Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida. Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios.


Desde aquí, comienza para los hombres de corazón sencillo el camino de la verdadera liberación y del rescate perpetuo. De este Niño, que lleva grabados en su rostro los rasgos de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios Padre, brota para todos nosotros sus discípulos, como enseña el apóstol Pablo, el compromiso de «renunciar a la impiedad» y a las riquezas del mundo, para vivir una vida «sobria, justa y piadosa» (Tt 2,12).

En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración.



Que, al igual que el de los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de asombro y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios. Y que, ante Él, brote de nuestros corazones la invocación: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 85,8).

lunes, 21 de diciembre de 2015

"... Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

CRECER CREYENDO:




















Lc (1,39-45):

En aquellos días, María se puso de camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

Palabra de Dios

Salmo
Sal 79,2ac.3c.15-16.18-19

R/.
 Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

COMENTARIO:
RASGOS DE MARÍA”

La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios.

María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. «Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».

María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

María, la evangelizadoraMaría ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.


María, portadora de alegríaEl saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera  en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa.

Quien cree en la encarnación de Dios, que ha querido compartir nuestra vida y acompañarnos en nuestra indigencia, se siente llamado a vivir de otra manera.
No se trata de hacer «cosas grandes». Quizá, sencillamente, ofrecer nuestra amistad a ese vecino hundido en la soledad, estar cerca de ese joven que sufre depresión, tener paciencia con ese anciano que busca ser escuchado por alguien, estar junto a esos padres que tienen a su hijo en la cárcel, alegrar el rostro de ese niño triste marcado por la separación de sus padres...

Este amor que nos lleva a compartir las cargas y el peso que tiene que soportar el hermano es un amor «salvador», porque libera de la soledad e introduce una esperanza nueva en quien sufre, pues se siente acompañado en su aflicción."

 

REFLEXIÓN:
 Ahora que ya nos dejamos deslizar por el tobogán de villancicos, que nos sumergimos en la piscina de compras o subimos y bajamos en el balancín de las comidas y cenas de trabajo, de amigos, de familia…
¿Cuál es tu plan para esta Navidad?
Probablemente tengas más claro lo que no quieres hacer… los noes de las convenciones sociales revolotean intentando anidar en nuestra desgana, mientras los ruidos de las calles nos enmudecen y las luces que nos iluminan nos ciegan porque no se entienden.
¿Cuánto corazón necesita Dios?
Los  corazones andan perdidos en amar, en buscar amor, en restañar las heridas del engaño, el autoengaño o del paso de los años. Corazones preocupados en arreglar su motor de arranque o en esperar la válvula, esa que hará que revolucione como cuando uno era capaz de soñar las nubes, como cuando el silencio era insoportable porque todo el camino estaba aún por delante.
¿Así funciona el hombre?
Todavía tengo esperanza en ti… “No te rindas”, lo tengo escrito de tu puño y letra en un papel. Se te escapa el sueño y duele como si te clavas las agujas de la catedral, que canta el grupo burgalés la M.O.D.A, pero, aún y con todo, somos de los que creemos que está la arena de la playa bajo el adoquín, que llegaremos a primavera, aunque el viaje desafía nuestra incoherencia, reproduce el eco de nuestro ¿qué se puede hacer? Siempre contra el viento. Aquí no es buen momento. La distancia nos acerca.
¿Ahora vamos a parar?
El presente nunca es buen momento, aunque estemos cansados de esperar un tren que no llega.
María, Virgen, dijo Sí a Dios y todas las respuestas encontraron como encaminarse a las preguntas que habitan siempre en la garganta de nosotros, sus hijos. Fue un instante que cambió el mundo, un fuego que es llama que no se apaga nunca, porque es amor. Amor de Madre, para el amor que salva, porque es Promesa de Dios.
Estad atentos, permaneced despiertos. Es ahora…
¿Cuál es tu plan para esta Navidad?


 


                      

domingo, 13 de diciembre de 2015

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»


CRECER CREYENDO:


Lc (3,10-18):

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

Palabra del Señor


Salmo
Is 12,2-3.4bed.5-6

R/.
 Gritad jubilosos:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel»


El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R/.


COMENTARIO:
“REPARTIR CON EL QUE NO TIENE”

La palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta: ¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?

Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos «cautivos de una religión burguesa». El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es esta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este «cautiverio», comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano."José Antonio Pagola. Grupos de Jesús Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

REFLEXIÓN:

 

Tengo muy claro que nuestra labor docente, ese Educar, que está tan poco valorado, es una obra de donación que solo se entiende desde un amor inagotable a los demás. Los maestros que conozco, ponen su tiempo, su conocimiento y hasta el dinero de su bolsillo, para que sus alumnos crezcan, intelectual y espiritualmente. No son resultadistas.
Por desgracia, la sociedad sí lo es. Vive en el corto plazo. En la satisfacción inmediata del deseo, aún a costa de la necesidad.

 

Cada nueva evaluación, me hago esta reflexión: Las notas se esperan con ansiedad, pero no importa tanto lo que se ha conseguido aprender, como la nota que representa ese conocimiento. Se quedan viendo el dedo que señala la luna, en vez de ver la luna y su belleza. Y así el esfuerzo del maestro por educar se queda en tierra de nadie, con la consiguiente pérdida de valor.

Somos maestros tellistas, trabajando en Misión Compartida, y, por esa misma razón, cada vez que  no somos uno con las familias, o entre nosotros, cada vez que se nos infravalora, cada vez que no se nos tiene en cuenta, se resiente toda la Obra de Dios, es decir nuestros alumnos y el propio Colegio. De aquí que sea tan importante, cuidar las formas, barrer los fondos de malentendidos y de opiniones sesgadas, hablar pero también escuchar, ser flexibles pero también mantener una línea, exigir pero también comprender, ser firmes pero también perdonar. Hacer que el AMOR, realmente, no solo de palabra, llegue al prójimo.
Por eso me quedo hoy con estas palabras del Papa Francisco, que nos pueden ayudar en este tiempo de adviento:
"Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir irritado algunas veces, pero no te olvides que tu vida es la mayor empresa del mundo.
Sólo tú puedes evitar que ella vaya en decadencia.
Hay muchos que te aprecian, admiran y te quieren.
Me gustaría que recordaras que ser feliz, no es tener un cielo sin tempestades, camino sin accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones.
Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el palco del miedo, amor en los desencuentros.
Ser feliz no es sólo valorizar la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No es apenas conmemorar el éxito, sino aprender lecciones en los fracasos.
No es apenas tener alegría con los aplausos, sino tener alegría en el anonimato.
Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones, y períodos de crisis.
Ser feliz no es una fatalidad del destino, sino una conquista para quien sabe viajar para adentro de su propio ser.
Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse actor de la propia historia.
Es atravesar desiertos fuera de si, mas ser capaz de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestra alma.
Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.
Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.
Es saber hablar de si mismo.
Es tener coraje para oír un "no".
Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.
Es besar a los hijos, mimar a los padres, tener momentos poéticos con los amigos, aunque ellos nos hieran. 
Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno de nosotros.
Es tener madurez para decir 'me equivoqué'.
Es tener la osadía para decir 'perdóname'.
Es tener sensibilidad para expresar 'te necesito'.
Es tener capacidad de decir 'te amo'.

Que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz...
Que en tus primaveras seas amante de la alegría.
Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría.
Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo.
Pues así serás más apasionado por la vida.
Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Sino usar las lágrimas para regar la tolerancia.
Usar las pérdidas para refinar la paciencia.
Usar las fallas para esculpir la serenidad.
Usar el dolor para lapidar el placer.
Usar los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Jamás desistas....
Jamás desistas de las personas que amas.
Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo imperdible!
Luego, entonces, ¿qué hacemos nosotros?
Mantener firme la llama de la esperanza de que un mundo mejor es posible, transmitir con alegría esa posibilidad a nuestros alumnos y sus familias y seguir intentando convencerles de que,  desde los valores cristianos, esa meta se puede conseguir.

 

PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR.
NO TENGÁIS MIEDO.

¡ÁNIMO Y ADELANTE!


martes, 8 de diciembre de 2015

INICIO DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA




ESPERANDO EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA. PAPA FRANCISCO: 
EL SEÑOR DESEA MOSTRARNOS SU MISERICORDIA


Dice el Papa Francisco:

«He sentido que hay como un deseo del Señor de mostrar a los hombres su misericordia. He seguido una tradición renovada recientemente, ya que el tema de la misericordia se acentúa fuertemente en la Iglesia a partir de Pablo VI. Juan Pablo II lo subrayó con la encíclica "Dives in Misericordia", la canonización de Santa Faustina Kowalska y la institución de la fiesta de la Divina Misericordia en la Octava de Pascua.

Es obvio que el mundo de hoy necesita misericordia, necesita la compasión, es decir, ''padecer con'' . Estamos acostumbrados a las malas noticias, a las noticias crueles y a las mayores atrocidadades que ofenden el Nombre y la vida de Dios.


Al mundo le hace falta descubrir que Dios es Padre, que hay misericordia, que la crueldad no es el camino, que la condena no es el camino...


Me vino a la mente la imagen de la Iglesia como un hospital de campaña después de la batalla: ¡cuánta gente herida y destruida!


Creo que este es el tiempo de la misericordia. Todos somos pecadores, todos llevamos pesos dentro. Sentí que Jesús quiere abrir la puerta de su corazón, que el Padre quiere mostrar sus entrañas de misericordia, y por esto nos envía al Espíritu...


Es el año del perdón, el año de la reconciliación. Por un lado vemos el comercio de armas... el asesinato de inocentes en las formas más crueles posibles, la explotación de las personas... de los niños... Está en curso un sacrilegio contra la humanidad, porque el hombre es sagrado, es la imagen del Dios viviente. Y el Padre dice: "Deteneos y venid a mí"»




(Palabras del Papa Francisco en una entrevista concedida al semanario italiano "Credere”, revista oficial del Año Santo de la Misericordia, y publicada esta semana)


Iniciamos los Tellistas, el Año de la Misericordia, acompañando a la Virgen María, Madre Misericordiosa, en su camino, que es el nuestro, este ADVIENTO,


Al hacerlo con una Eucaristía, reafirmamos nuestro CARISMA, que es el de Madre Matilde.
Bebamos pues de la fuente, del agua  viva, que a Madre Matilde, dio ánimo para seguir, siempre adelante, persiguiendo un sueño que es la obra de Dios, aquí, entre nosotros.


En este curso, realizaremos un gesto  para recordar qué es la MISERICORDIA,en cada fecha significativa de su vida, con la esperanza de que así también los tellistas podamos alcanzar la Misericordia de Dios, en nuestro día a día, sea cual sea nuestro lugar de Misión.

domingo, 6 de diciembre de 2015

«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

CRECER CREYENDO:













Lc (3,1-6):

En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»

Palabra del Señor



Salmo
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

R/.
 El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.


COMENTARIO:
EN EL MARCO DEL DESIERTO”

Lucas tiene interés en precisar con detalle los nombres de los personajes que controlan en aquel momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada.

Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice escuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén.

En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumulando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida.

Por eso, algunos profetas añoraban tanto el desierto, símbolo de una vida más sencilla y mejor enraizada en lo esencial, una vida todavía sin distorsionar por tantas infidelidades a Dios y tantas injusticias con el pueblo. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el símbolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva.

¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías: «Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús.

Las imágenes de Isaías invitan a compromisos muy básicos y fundamentales: cuidar mejor lo esencial sin distraernos en lo secundario; rectificar lo que hemos ido deformando entre todos; enderezar caminos torcidos; afrontar la verdad real de nuestras vidas para recuperar un talante de conversión. Hemos de cuidar bien los bautizos de nuestros niños, pero lo que necesitamos todos es un «bautismo de conversión»." 

Esta semana no ha sido buena en lo personal.
No ha sido buena en lo pastoral.
No ha sido buena en lo profesional.
Y, sin embargo, estoy contento.

Contento, pero no alegre, porque la salud no me da para jolgorios.
Descubrir que nada sale como uno quiere, que no tienes fuerzas ni para discutir y que nadie te hace caso… ¿Es una humillación o una cura de humildad? ¿Hay que rendirse, retirarse, olvidar o hay que reafirmarse, avanzar y recordar?
Preguntas muy loables, pero sin fundamento, pues la respuesta está en el camino que uno elige.
El que escoge EL CAMINO DEL SERVICIO, sabe que es camino de Cruz y será humillado, por los poderosos que necesitan demostrar su superioridad, aunque eso les debilite, ante todos los demás;
El que escoge EL CAMINO DE LA ENTREGA sabe que no  puede transitar por él subido a su ego y será humillado por los trepas  que desean medrar a su costa o envidian su posición, ciegos de superioridad, pero vacíos de la  energía que da  el donarse al prójimo.
El que escoge EL CAMINO DEL SACRIFICIO sabe que sólo se puede ir hacia adelante, y será humillado por los nuevos fariseos, que anteponen los protocolos y la burocracia que todo ralentiza y atasca, a los sentimientos y el trato personal, porque piensan, erróneamente, que eso les debilita, cuando eso les haría ser mucho más fuertes, al ser fraternos, y ponerse en el lugar del otro.

Llegar a este convencimiento es lo que me hace ser libre, y esa libertad, que es regalo de Dios, es parte de mi contento. De ahí la fe, de ahí la esperanza. Por ellas mi fortaleza y mi templanza.

Es tiempo de Adviento y estoy preparando el camino al Señor. Tengo mi corazón en movimiento.

Nadie dijo que fuera fácil. Es muy duro el caminar por el desierto. Pero no tengáis miedo.

Bajo la protección de la Virgen y con la compañía de Madre Matilde vamos caminando hacia un nuevo Nazaret. Amén.


¡Ánimo y adelante!