miércoles, 28 de diciembre de 2016

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

CRECER CREYENDO:


Jn (1,1-18):

En  el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

V/. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

V/. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

V/. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.


 

COMENTARIO:
EN UN PESEBRE

Según el relato de Lucas, es el mensaje del Ángel a los pastores el que nos ofrece las claves para leer desde la fe el misterio que se encierra en un niño nacido en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

Es de noche. Una claridad desconocida ilumina las tinieblas que cubren Belén. La luz no desciende sobre el lugar donde se encuentra el niño, sino que envuelve a los pastores que escuchan el mensaje. El niño queda oculto en la oscuridad, en un lugar desconocido. Es necesario hacer un esfuerzo para descubrirlo.

Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No tengáis miedo. Os traigo la Buena Noticia: la alegría grande para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

Los cristianos no hemos de acaparar estas fiestas. Jesús es de quienes lo siguen con fe y de quienes lo han olvidado, de quienes confían en Dios y de los que dudan de todo. Nadie está solo frente a sus miedos. Nadie está solo en su soledad. Hay Alguien que piensa en nosotros.

Así lo proclama el mensajero: «Hoy os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor». No es el hijo del emperador Augusto, dominador del mundo, celebrado como salvador y portador de la paz gracias al poder de sus legiones. El nacimiento de un poderoso no es buena noticia en un mundo donde los débiles son víctima de toda clase de abusos.

Este niño nace en un pueblo sometido al Imperio. No tiene ciudadanía romana. Nadie espera en Roma su nacimiento. Pero es el Salvador que necesitamos. No estará al servicio de ningún César. No trabajará para ningún imperio. Solo buscará el reino de Dios y su justicia. Vivirá para hacer la vida más humana. En él encontrará este mundo injusto la salvación de Dios.

¿Dónde está este niño? ¿Cómo lo podemos reconocer? Así dice el mensajero: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». El niño ha nacido como un excluido. Sus padres no le han podido encontrar un lugar acogedor. Su madre lo ha dado a luz sin ayuda de nadie. Ella misma se ha valido, como ha podido, para envolverlo en pañales y acostarlo en un pesebre.


En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No lo encontraremos en los poderosos sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular sino en lo pobre y pequeño. Hemos de escuchar el mensaje: vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.” José Antonio PagolaGrupos de Jesús Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.


REFLEXIÓN:


Señor, hoy que es el día de la salud, para muchos españoles que pusieron su esperanza en el azar de la lotería, venimos ante ti a ofrecerte el fruto de nuestro trabajo en este primer trimestre del curso y a darte gracias por toda la ayuda que nos has prestado.
* Gracias por mantener nuestra esperanza, cuando todo parece que está en nuestra contra.
* Gracias por sostenernos, cuando las fuerzas flojean.
* Gracias por escucharnos, cuando te presentamos nuestras súplicas y ofrendas.
* Gracias por ayudarnos, cuando lo hemos necesitado porque siempre hemos encontrado un compañero dispuesto.
* Gracias por permitirnos entender que estás en las pequeñas cosas que nos suceden a diario.
* Gracias por nuestras familias, pues son nuestro particular Belén.
* Gracias por el colegio San José, lugar donde nuestra vocación está conectada.
* Gracias por la vida, el más grande de todos los regalos.

Señor, permítenos que esta Navidad encontremos la Sonrisa del Niño Dios en todos los que nos rodean y seamos capaces de reponer las energía y renovar los ímpetus.
Como pastores que somos, seguiremos a la estrella para adorarte en el portal.
Conéctate y sigue sus huellas.  


Buscad a Dios en la sonrisa de los niños.
Buscad a Dios en lo que queda de sonrisa de niño en cada uno de nosotros.
Buscad a Dios en los mendigos que pululan por las calles, más solos que nunca, en estas entrañables fechas.
Buscad a Dios en las colas de los supermercados, porque siempre hay gente que necesita una sonrisa, una palabra, o que compartamos un kilo de algo.
Buscad a Dios en los Belenes, y hablad y explicad, lo que la gente ve y no comprende. Dad testimonio.
Buscad a Dios en el cuñado y en la suegra alzando la copa en un brindis o destrozando un villancico, porque os aseguro que en las personas y las cosas que se nos hacen más cuesta arriba, está Dios esperándonos con su sonrisa.

 

 

Buscad  a Dios entre las ruinas, en las fotos de prensa o en las imágenes de televisión. Está allí, delante de nuestros ojos, en un enfermero, en un  testigo, en un desconocido y sobre todo en una víctima.
Buscad a Dios en los mensajes de los dirigentes políticos, porque aunque cada vez cueste más creer en sus palabras, por sus hechos, es nuestro deber como buenos cristianos, pedir que Dios les ayude, sea cual sea su credo o filiación política, por el bien de todos.
Buscad a Dios en la Iglesia, y en la iglesia, seas fariseo, publicano, pastor o gentil. Está contigo en cada momento del camino, peregrino.
Buscada a Dios al calor del hogar, de la familia, manteniendo y construyendo lazos, siendo una nueva Nazaret.
Buscad a Dios… sin miedo… sin descanso.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

 

Enmanuel: DIOS CON NOSOTROS.                            

  ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!






























domingo, 18 de diciembre de 2016

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".

CRECER CREYENDO:


Mt (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. 
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» 
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".» 
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/.
 Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.


COMENTARIO:
EXPERIENCIA INTERIOR.”

El evangelista Mateo tiene un interés especial en decir a sus lectores que Jesús ha de ser llamado también “Emmanuel”. Sabe muy bien que puede resultar chocante y extraño. ¿A quién se le puede llamar con un nombre que significa “Dios con nosotros”? Sin embargo, este nombre encierra el núcleo de la fe cristiana y es el centro de la celebración de la Navidad.

Ese misterio último que nos rodea por todas partes y que los creyentes llamamos “Dios” no es algo lejano y distante. Está con todos y cada uno de nosotros. ¿Cómo lo puedo saber? ¿Es posible creer de manera razonable que Dios está conmigo, si yo no tengo alguna experiencia personal por pequeña que sea?

De ordinario, a los cristianos no se nos ha enseñado a percibir la presencia del misterio de Dios en nuestro interior. Por eso, muchos lo imaginan en algún lugar indefinido y abstracto del Universo. Otros lo buscan adorando a Cristo presente en la eucaristía. Bastantes tratan de escucharlo en la Biblia. Para otros, el mejor camino es Jesús.

El misterio de Dios tiene, sin duda, sus caminos para hacerse presente en cada vida. Pero se puede decir que, en la cultura actual, si no lo experimentamos de alguna manera dentro de nosotros, difícilmente lo hallaremos fuera. Por el contrario, si percibimos su presencia en nuestro interior, nos será más fácil rastrear su misterio en nuestro entorno. 

¿Es posible? El secreto consiste, sobre todo, en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar “acogiendo” la paz, la vida, el amor, el perdón... que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser.

Es normal que, al adentrarnos en nuestro propio misterio, nos encontremos con nuestros miedos y preocupaciones, nuestras heridas y tristezas, nuestra mediocridad y nuestro pecado. No hemos de inquietarnos, sino permanecer en el silencio. La presencia amistosa que está en el fondo más íntimo de nosotros nos irá apaciguando, liberando y sanando.

Karl Rahner, uno de los teólogos más importantes del siglo veinte, afirma que, en medio de la sociedad secular de nuestros días, “esta experiencia del corazón es la única con la que se puede comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre”. El misterio último de la vida es un misterio de bondad, de perdón y salvación, que está con nosotros: dentro de todos y cada uno de nosotros. Si lo acogemos en silencio, conoceremos la alegría de la Navidad.”


REFLEXIÓN:

Estamos quemando las velas del adviento como si fueran cohetes.
Resulta todo explosivo y veloz a nuestro alrededor.
Quizá el resultado debería ser más brillante, por todo lo que nos hemos desgastado, por todo lo que hemos invertido en ilusión, entrega y sacrificio. Pero esto es lo que hay.
No ha faltado este trimestre la oración y el diálogo, porque de todo hemos estado tirando: de Dios y del otro, del de la clase de al lado.
El problema es que si delante tienes un frontón, solo recibirás el eco apagándose de tus buenas intenciones.

Ya no es factible que “compremos” la  frase de que  cada uno de nosotros verá la botella medio llena o medio vacía, en función de su optimismo. Estamos tan acostumbrados a que nuestra fe siempre mueva montañas, que no tenemos palabras cuando la realidad nos presenta  una botella manida, reutilizada y de difícil reciclaje. Lo asumimos, pero a regañadientes y  porque es nuestra botella.

¿Podemos estar contentos? No, por supuesto. Y la falta de soluciones no ayuda a mejorar el ánimo, precisamente. ¿Cómo podemos entonces creernos que nosotros somos el agua para nuestros alumnos y que en ellos hemos de encontrar la luz del Señor, cada día? Pues malamente, si somos sinceros, pero nos queda siempre un resquicio para la esperanza, que es el que nos sujeta en los malos momentos y el que hace que permanezcamos, al pie del cañón, con la idea de no rendirnos jamás.

Nuestro corazón está en movimiento a la espera de la Navidad.
NOS LLAMARÁN  rey Herodes o magos de oriente, según asuman las notas como algo nuestro o algo de ellos. ¡Cómo echo de menos el agradecimiento de las familias a nuestra labor educativa! Esa es una de las razones del fracaso de esta sociedad egoísta o de supervivencia, porque ambas circunstancias conviven. Pero, por desgracia, ese precio estamos acostumbrados a pagarlo.


Te preguntarás que a dónde quiero llegar. Pues muy sencillo, a donde siempre nos lleva la buena voluntad y nuestro carisma.
Yo lo que quiero es que levantemos la cabeza, para ver el arcoíris o la estrella hacia el portal, para sentir que nuestra fuerza de voluntad es capaz de superar la cruda realidad, para notar a nuestro lado al compañero, codo con codo, y sentir su abrazo o su “modo oso”, según el día y la necesidad, para, en definitiva, no perdernos la sonrisa de nuestros alumnos, pese a todos los peros posibles, porque esa es la sonrisa del Niño Dios en el pesebre.


Toca remar contra corriente en esta realidad nuestra. ¡Que no se nos note el entusiasmo!

Enmauel: Dios con nosotros. Esa es nuestra esperanza.
Preparemos el portal, cantemos villancicos, repartamos polvorones.
Abramos nuestro corazón a los demás… ESO ES NAVIDAD.

No tengáis miedo.


¡Ánimo y adelante!










domingo, 11 de diciembre de 2016

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»

CRECER CREYENDO:


Mt (11,2-11):

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» 
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
 
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»

Palabra del Señor

Salmo
Sal 145,7.8-9a.9bc-10

R/.
 Ven, Señor, a salvarnos

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

COMENTARIO:
CURAR HERIDAS

La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos. Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.

Jesús le responde con su vida de profeta curador: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.

Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.

Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.

Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana. 

Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.

El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.

Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.”


REFLEXIÓN:



En esta ciudad gris de diciembre, metido a predicar cómo cerrar heridas, cuando la cruz me está haciendo  unas llagas de agárrate que hay curvas.
Siento sobre mis espaldas el peso del egoísmo, de las medias verdades, de las medias mentiras y se me hace cada vez más difícil caminar. Cuando la casa y el trabajo no están bien, se toxifican con el paso del tiempo, es difícil ver la luz. Es como si una niebla espesa me rodeara y no pudiera ver el camino más allá de lo inmediato, del instante. Ese que se hace propicio o no, en función siempre de cosas fuera de mi dominio o por acciones de terceras personas.


Y practicando el proverbio. Aguanto, resisto, me enroco, buscando no perderme.
Entonces siento como el mal aletea a mi alrededor, ufano, presto a infligirme desaliento, daño, descrédito y dolor desde su inmunidad prepotente. Y me agarro al “bienaventurados los mansos” y a “el Señor es mi Pastor, nada me falta.”
Perdonad, la primera persona, pero me da vergüenza generalizar lo que a mí solo me pudiera acontecer. Aunque creo, que por desgracia esto es muy común.

Así que aquí estoy otra semana más llevando la Palabra e intentando llevar también la curación.
Mi resquemor es que vivo un tiempo con la sensación de que no llego a ayudar a los que tengo cerca y eso sí que me está mermando el ímpetu.


Navegar en las corrientes de la soledad no es fácil, pese a que la pericia marinera se me reconoce.
La calma chicha, la que no sabe que viento nos traerá, hace de la soledad incertidumbre.
La calma antes de la tempestad es un inmenso desierto, de esos de 40 días, que te afecta porque te obliga a cambiar aunque no quieras.
Y por más que pretenda reflexionar, el tiempo lo marca un metrónomo implacable que no me da un segundo de respiro entre una actividad y la siguiente.
Pero me quedo con esta pregunta del Señor: ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento?
No Señor, salimos tras una estrella, camino del portal, porque Tú solo puedes hacernos dichosos, porque Tú solo puedes consolarnos, mi Dios, mi Salvador.
NO NOS CANSEMOS DE BUSCARTE EN LAS PEQUEÑAS COSAS.
Por eso hoy quiero gritar más fuerte: NO TENGÁIS MIEDO.

¡Ánimo y adelante!












jueves, 8 de diciembre de 2016

LA ALEGRÍA DE LA INMACULADA

     



 María guía en el camino a todos los que caminan hacia el Señor.
Hoy la Iglesia aplica a María, la virgen concebida sin pecado, las palabras del profeta: “Me regocijo de alegría en el Señor, mi alma se alegra en mi Dios”.
¿Por qué esta alegría?
Porque María es como el jardín de la humanidad donde Dios hace brotar la buena semilla.
Porque ella es la sierva del Señor y la imagen de lo que la Iglesia habría de ser.
Dios es fiel a sus promesas y, por medio de María, nos dio a nuestro Salvador.
María es, entre todos los hombres y mujeres de la humanidad, la primera y la única que fue preservada del pecado.
Ella es el paraíso restaurado donde Dios y el pueblo se encuentran mutuamente.
María fue para Madre. Matilde  un modelo a seguir: MADRE, AMIGA y MAESTRA. Ella presta permanente ayuda a la familia Tellista para que seamos capaces de salir de nosotros para ir a los necesitados.
            Sea, pues, esta entrada en el blog  
un  momento de  oración,
de acción de gracias
y de petición
para que Nuestra Madre nos siga guiando en nuestro camino hacia el SEÑOR. 

María, Madre de Dios,
YO QUIERO VIVIR “CONECTADO CON JESÚS Y CONTIGO”,
como lo estaba Madre Matilde,
por eso que necesito que
mi corazón sea limpio y transparente,
sencillo y alegre.
Haz que sea un corazón grande, para entregarse;
sea amable y compasivo,
generoso y fiel.

Un corazón que ame más cada día,
que busque ser cada día mejor,
que sea feliz amando mucho a Ti y a Jesús.
Y a cada uno de mis hermanos.
AMÉN




¡¡¡Conéctate y sigue sus huellas!!! 

domingo, 4 de diciembre de 2016

Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.

CRECER CREYENDO:
2º DOMINGO DE ADVIENTO
Mt (3,1-12):

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. 
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga

Palabra del Señor


Salmo
Sal 71,1-2.7-8.12-13.17

R/.
 Que en sus días florezca la justicia,
y la paz abunde eternamente


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.


COMENTARIO:
RECORRER CAMINOS NUEVOS

Por los años 27 o 28 apareció en el desierto del Jordán un profeta original e independiente que provocó un fuerte impacto en el pueblo judío: las primeras generaciones cristianas lo vieron siempre como el hombre que preparó el camino a Jesús.

Todo su mensaje se puede concentrar en un grito: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Después de veinte siglos, el Papa Francisco nos está gritando el mismo mensaje a los cristianos: Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio.

Su propósito es claro: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”. No será fácil. Hemos vivido estos últimos años paralizados por el miedo. El Papa no se sorprende: “La novedad nos da siempre un poco de miedo porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida”. Y nos hace una pregunta a la que hemos de responder: “¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de respuesta?“.

Algunos sectores de la Iglesia piden al Papa que acometa cuanto antes diferentes reformas que consideran urgentes. Sin embargo, Francisco ha manifestado su postura de manera clara: “Algunos esperan y me piden reformas en la Iglesia y debe haberlas. Pero antes es necesario un cambio de actitudes”.

Me parece admirable la clarividencia evangélica del Papa Francisco. Lo primero no es firmar decretos reformistas. Antes, es necesario poner a las comunidades cristianas en estado de conversión y recuperar en el interior de la Iglesia las actitudes evangélicas más básicas. Solo en ese clima será posible acometer de manera eficaz y con espíritu evangélico las reformas que necesita urgentemente la Iglesia.

El mismo Francisco nos está indicando todos los días los cambios de actitudes que necesitamos. Señalaré algunos de gran importancia. Poner a Jesús en el centro de la Iglesia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es una Iglesia muerta”. No vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial: “una Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”. Actuar siempre movidos por la misericordia de Dios hacia todos sus hijos: no cultivar “un cristianismo restauracionista y legalista que lo quiere todo claro y seguro, y no halla nada”. “Buscar una Iglesia pobre y de los pobres”. Anclar nuestra vida en la esperanza, no “en nuestras reglas, nuestros comportamientos eclesiásticos, nuestros clericalismos”.


REFLEXIÓN:

 
Somos la voz que grita en el desierto…

Asumirlo ya es un paso, es parte del mismo reto.

Al entrar en el aula tomo aire, me santiguo, como si iniciara el ritual de un torero desde el burladero cuando ve pisar la arena al  toro que le ha tocado en suerte. El valor se le supone, pero el miedo… es libre, ¿verdad, maestro?


Mi fortaleza es que sé que estoy allanando los senderos, que estoy preparando el camino al Señor.

Ellos no escuchan, no les interesa, no son capaces de ver la luz, porque su vida es oscuridad y soledad, capricho y dictadura. No se aguantan ni a ellos mismos, bañados de abandono y menosprecio.

 ¿Su salvación es el tiempo de escuela?

Sus padres quizá también lo intuyen cuando los aparcan a primera hora y llegan tarde a recogerlos a la última.

¿Quién cuida de los que se vuelven solos a casa, presos de unas llaves y una responsabilidad impropia de su edad? Tiene que ser un ángel de la guarda, el manto de la Virgen o la capa de Matilde. Puro milagro.


Somos la voz que grita en el desierto…
Predicando la vida a quién cada día la pierde, porque carece de lo más básico, de lo que le humaniza.
La familia se ha rendido, ha caído, no puede hacerse con ello y, lejos de reconocerlo, culpabiliza a todo lo que tiene fuera, exige lo que no es capaz de dar a sus propios hijos.
Los políticos, espejo de nuestra sociedad, no se ponen de acuerdo, nos hacen parte, cuando somos el todo del futuro, y el fracaso es el resultado claro de cada una de sus recetas.
Así que ya sabéis lo que van a hacer: ¡¡¡¡van a volver a reformar “la educación!!!!
¿No es esto un desierto?


¿Qué nos queda salvo el silencio?

Nos queda la oración, nos quedan las certezas de nuestros valores y credo.

Nos queda el trabajo, ese que no es ni burocracia ni barricada, el que nos hace ser maestros.

Somos la voz que grita en el desierto…


No te rindas.

Él vendrá a separar el grano de la paja.

No tengas miedo.


¡¡¡Ánimo y adelante!!!































domingo, 27 de noviembre de 2016

"Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre."

CRECER CREYENDO:
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO


Mt 24,37-44.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre
».

Palabra del Señor


Salmo
Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor,
nuestro Dios, te deseo todo bien. R/.

 


COMENTARIO:
“SIGNOS DE LOS TIEMPOS”

Los evangelios han recogido, de diversas formas, la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.

Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".

Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?

La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?

Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?

Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?

Benedicto XVI insistió en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión, la de cada uno."

REFLEXIÓN:
Si somos capaces de vivir en el reino de las pequeñas cosas, nuestra realidad nos mantendrá atentos a las necesidades de los demás y permaneceremos despiertos para cuando llegue el Señor.


La verdad de los gestos, es la clave para ir despertando a los demás.


En el comienzo del tiempo de adviento parece más necesario recalcar estos gestos sencillos.
En nuestro día a día pesa ya el cansancio del trimestre, pesan las circunstancias de la vida personal, pesan las cosas previstas y las inesperadas.
En nuestra escuela nos toca enseñar a desperezarse, a despertar la inteligencia, la razón, pero también debemos despertar la fe y el corazón, para que los valores que transmitimos sean útiles, para cada uno y para los demás. Esa es nuestra tarea.


Y nosotros no podemos hacer huelga de tareas en ningún momento, por mucho que, a veces, tanta burocracia ineficaz nos tiente, porque somos la conexión de nuestros alumnos con esos valores que ya, por desgracia, no están en sus casas.
Por esa razón nuestras huellas deben ser firmes.
Por esa razón debemos ser los primeros en estar despiertos.
Debemos  ser los primeros en poner el corazón en movimiento.

No tengáis miedo.
¡Ánimo y adelante!