domingo, 30 de octubre de 2016

Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

CRECER CREYENDO:

Lc (19,1-10):

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbol junto al cual tenía que pasar Jesús. 
Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.» 
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. 
Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor: «Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 144,1-2.8-9.10-11.13cd-14

R/.
 Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado, 
que hablen de tus hazañas. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.


COMENTARIO:
¿PUEDO CAMBIAR?

Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.

Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?

Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.

Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.

El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.

Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.

Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.

Lucas no describe el encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres.   

Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria."


REFLEXIÓN:


La desconfianza que campa a sus anchas por nuestra realidad cercana es un síntoma claro del triunfo de los contravalores. Cada vez estamos más metidos en nosotros mismos, más encerrados en nuestra casa. Conjugamos más el recibir que el dar, ejercemos más nuestros derechos que nuestros deberes y eso es terreno abonado para que crezca la desconfianza.
Jesús marca nuevamente la línea que no debemos franquear: EL PREJUICIO.
Romper con el prejuicio es salirse del grupo de whatsapp cuando ya no tenga sentido estar en él, es hacer oídos sordos a “radio patio” porque ahí no hay información, la información está en las tutorías, es dejar abrirse a las personas por su corazón, sus sentimientos y sus valores y no fijarse en su ideología credo o condición.
Nuestras inseguridades hacen que todo eso que sabemos que está bien no lo hagamos siempre por miedo. Miedo al qué dirán, al que pensarán, al me quedaré marcado o me significaré demasiado, al quedar apartado (Bendito sea el camino de soledad de los justos.)


Jesús nos invita a tener esto muy claro. Se rodea de “pecadores” precisamente para abrirnos los ojos. No son “pecadores”, son hijos de Dios y hermanos nuestros.
Si nos fijamos en los Santos, muchos de ellos alcanzan esta gracia ante nosotros por seguir esta enseñanza de Jesús. (Madre Matilde una de ellas como bien sabéis por su historia.)

Que este puente que tenemos por delante nos ayude a pensar sobre nuestras actitudes ante la vida para ver si podemos ir bajando de la rama del árbol desde donde seguimos las palabras de Jesús.

NO TENGÁIS MIEDO.

¡Ánimo y adelante!











domingo, 23 de octubre de 2016

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido

CRECER CREYENDO:
Lc (18,9-14):

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Palabra del Señor.

 
Salmo
Sal 33,2-3.17-18.19.23

R/.
 Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a Él. R/.


COMENTARIO:

“LA POSTURA JUSTA.”
        
Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es la pregunta de fondo.

El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.

En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.

Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.

La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».

Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.

El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».

Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie." José Antonio Pagola.  Grupos de Jesús. Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

 

REFLEXIÓN:
Resulta curioso que siempre me vea reflejado en el publicano. Con los años no me he dejado contagiar por la figura del fariseo. Pero entendedme, no es que presuma de pecador, es que asumo que lo soy. Que camino  y tropiezo, pero me levanto.
¿Y siendo pecador te atreves a dar consejos, a predicar, a orar? ¿Siendo pecador te atreves a ser Misionero de lo cercano, en la casa, en el cole, en el barrio, con los amigos?
Pues me temo que la respuesta es como la de María, un Sí, aunque repleto de dudas e imperfecciones.
Y como todos vosotros seguramente cojeéis del mismo pie que un servidor, en esta semana de oración por las misiones os sentiréis llamados de alguna manera.



Si miramos la foto de PILAR BOVES en SABIÉ, no se diferencia mucho de lo que es nuestro patio de colegio. Ni  en el color de piel, ni en el afecto hacia la maestra veo diferencia, solo esa sonrisa me es desconocida. Es la alegría del que nada posee y agradece compartir todo lo que se le da.
Hacer ver a nuestros alumnos que eso es la felicidad es NUESTRA MISIÓN.

    

Nos toca luchar contra la sociedad de consumo y sus contravalores publicitados hasta la saciedad.
No te quedes de brazos cruzados por ser publicano.
El Señor en su infinita Misericordia hará que de tu camino lleno de baches surja  lo imposible.







No tengáis miedo. 
¡Ánimo y adelante!







TESTIMONIO DE UNA MISIONERA TELLISTA... ¡HOY CELEBRAMOS EL DOMUND!

Traigo aquí el testimonio publicado en la revista ALFA Y OMEGA del 20 de octubre.
Es una alegría mantener vivo el espíritu de MISIÓN de Madre Matilde desde el ejemplo y la oración.
¡Ánimo y adelante!

«De niña iba en bici a pedir para el Domund.
 Hoy soy misionera»




Pilar con su bicicleta misionera en Cuba. Foto: Familia Boves Monte






«De niña iba en bici a pedir para el Domund. Hoy soy misionera»


El lema del Domund este año es Sal de tu tierra. A Pilar Boves ya se lo decía su madre, cuando la enviaba lejos de casa con una hucha: «Ve donde nadie va». Este camino, que empezó en bicicleta, ha terminado llevándola a Mozambique

¿Cómo vivías el Domund de pequeña?

Después de casarse, mis padres se fueron a Cuba, y los cuatro hermanos nacimos allí. En el colegio pedían donativos para las misiones, pero se llevaba lo que cada uno recogía en casa. Mi madre, que era muy cristiana y muy misionera, siempre me hacía trabajar más. Cogía una hucha que hubiera en casa, le ponía un papel que decía Misiones, y me enviaba con la bicicleta lejos, a los ingenios, unas fincas donde se producía azúcar. Los directivos vivían en chalets, y yo iba casa por casa, y sí me daban dinero. Mi madre me decía: «Ve siempre al sitio donde nadie va». Esto que me inculcó ha seguido conmigo toda mi vida.

¿Qué más cosas te enseñó?

Siempre respondía con cosas buenas cuando la gente le hacía daño. También me enseñó a ser generosa. Nosotros vivíamos bien económicamente, pero me decía que hay que dar no de lo que sobra, sino de lo tuyo. Una vez, vino a casa una niña que conocíamos, que vivía en un barrio marginal. Cuando llegó no estaba mi madre, y como venía sucia la bañé y le puse un vestido nuevo que me habían mandado de España. Cuando mi madre llegó con más gente de la familia, una prima protestó porque le había dado ese vestido tan bueno. Yo le dije a mi madre: «Como tú me dices que hay que dar lo mejor…». Y ella me dio la razón.

¿Querías ya ir a la misión?

No. Pero desde muy pequeña, cuando hablaba con mi hermana, ella decía que iba a casarse y a tener muchos hijos. Y yo respondía: «Yo voy a cuidar a los niños de otros». ¡Y es lo que hago!

¿Cómo te llamó Dios?

Primero me llamó a ser religiosa. Cuando Fidel Castro tomó el poder en Cuba, tuvimos que volver a España. Yo tenía 14 años. Mi familia es de Asturias, y allí conocí a las Hijas de María Madre de la Iglesia. Entré en la congregación a los 18 años, y durante mucho tiempo estuve en varios sitios de España, trabajando con niños y jóvenes en los colegios. Poco a poco, Dios me fue diciendo que quería otra cosa. Hubo un momento que vi que sobraba en el colegio. Le dije a mi madre: «¿Sabes que creo que el Señor me pide ir a las misiones?». Y ella me respondió: «Díselo a la madre superiora».

¿Y te dejaron ir?

No inmediatamente. Con 45 años, un año después de morir mi madre, me destinaron a las misiones. Todo el mundo me decía que, además de Dios, era mi madre la que me enviaba. Salí de España para ir a México, luego fui a Colombia y ahora llevo cuatro años aquí, en Mozambique (África). Ya tengo 71 años.

¿Cuál es vuestro trabajo allí?

Tenemos una escolinha, una guardería a la que vienen 60 niños de 3 a 5 años. Aquí los niños trabajan mucho, incluso los de esta edad. Van a por leña, a por agua, cuidan a los hermanos más pequeños… El otro día vi a una niña de unos 4 años con un tronco enorme en la cabeza. No tienen tiempo para ser niños. En la escolinha hacen lo que no pueden en casa: juegan, les contamos cuentos… También aprenden portugués, que es el idioma oficial de Mozambique. Ellos en casa hablan macua. Y, sobre todo, les enseñamos a rezar.

lunes, 17 de octubre de 2016

SAL DE TU TIERRA. SALIR INVITA A DEJAR, CAMINAR, ENCONTRAR. TESTIMONIO DE LA MISIÓN TELLISTA EN SABIÉ, MOZAMBIQUE

El testimonio de PILAR BOVES, religiosa del Instituto de Hijas de María Madre de la Iglesia, NOS PRESENTA SU VIDA DE MISIÓN EN SABIÉ, MOZANBIQUE.

hACE TRES AÑOS, aNTES DE PARTIR PARA ÁFRICA, ESTUVO EN EL COLEGIO HABLANDO CON NUESTROS ALUMNOS DE lO QUE SIGNIFICA SER MISIONERA.

nO PUEDO PRESENTAR UN MENSAJE MÁS tellista y cercano que este.
eSPERO QUE SIENTA LA FUERZA DE NUESTRA ORACIÓN DURANTE ESTA SEMANA. ¡áNIMO Y ADELANTE!


Publicado por OMP ESPAÑA × 10/15/2016
Pilar Boves, misionera en Mozambique




“SAL de tu tierra”… estas palabras han marcado mucho mi vida, las he orado en momentos decisivos y han sido una gran ayuda para “ no instalarme”. Salir, siempre me invita a: dejar, caminar, encontrar, sonreír, abrazar, acariciar, escuchar, amar…. 
Y eso es lo que trato de vivir en estas queridas tierras de Mozambique, en una comunidad llamada Sàbié, donde las “Hijas de María Madre de la Iglesia” atendemos una “escolinha ”y hacemos nuestro trabajo Pastoral en la parroquia.
En este pueblito insignificante, donde la gente a apenas está  instalando el agua en el “quintal”,espacio de terreno q tienen su casita, comparto con ellos mi vida y VIVO!!!. No hago grandes cosas, a veces  me pregunto: “ ¿Qué hace una persona mayor como yo ,aquí? “ y la respuesta es clara: “sal de tu tierra..” Solo con salir de mi casa, se Confirma más mi respuesta, “donde están mis hermanos, yo iré a por ellos” palabra de Beata Matilde Tellez, mi Fundadora, que yo también quiero hacerlas VIDA! Quiero, junto con las tres hermanas de mi comunidad estar junto a ellos en el dolor y alegría, en su pobreza. Pero sobre todo ayudarles a descubrir el Rostro Misericordioso del Padre, ser un “puente” y un “oasis” en medio de esta sequía.
Aquí la vida es muy primaria, los niños andan solitos desde muy pequeños y tienen que ir a buscar agua al río, para su consumo y a por leña, mientras sus mamas van a trabajar a la “machamba” (huerta) y algunos a cuidar ganado. En nuestra “escolinha” los atendemos, acogemos, educamos, les damos un buen desayuno, los preparamos para ingresar en la escuela, también aquí aprenden a besar, dejarse acariciar… pues sus mamás los quiere pero no se prodiga en esos gestos tan importantes, que nosotros los “llamados del primer mundo”, no valoramos y ellos están deseosos de recibir. Tratamos que en este tiempo que permanecen en el Centro, sean felices.
Este pueblo tiene un gran corazón y siempre me enseña mucho, son personas de paciencia, no sé ponen nerviosos como nosotros, saben disculpar, acoger y ante una dificultad sonríen,  enseñando esos dientes tan blancos y bonitos que tienen.

La “Vida es bella“ no se puede desperdiciar, y ¡hay que “SALIR al encuentro de………” (escribe tu el nombre aquí) y en ese momento tu vida habrá tomado una nueva dimensión porque has encontrado a un hermano.
Mis abrazos desde Sàbié, y con mucho cariño:


Pilar Boves Monte
Misionera en Mozambique

SEMANA DE ORACIÓN POR LAS MISIONES Y LOS MISIONEROS DENTRO DE LA CAMPAÑA DEL DOMUND.

Hemos empezado a dedicar la oración de la mañana en el colegio a las misiones y a los misioneros, acordándonos especialmente de las misiones de las HIJAS DE MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.
Dejo aquí el testimonio del mensaje del PAPA FRANCISCO para la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) que se celebrará el 23 de octubre con el lema "SAL DE TU TIERRA".




Iglesia misionera, testigo de misericordia
Queridos hermanos y hermanas:

1. El Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que la Iglesia está celebrando, ilumina también de modo especial la Jornada Mundial de las Misiones 2016: nos invita a ver la misión ad gentes como una grande e inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material. En efecto, en esta Jornada Mundial de las Misiones, todos estamos invitados a “salir”, como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana. En virtud del mandato misionero, la Iglesia se interesa por los que no conocen el Evangelio, porque quiere que todos se salven y experimenten el amor del Señor. Ella “tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio” (bula Misericordiae vultus, 12), y de proclamarla por todo el mundo, hasta que llegue a toda mujer, hombre, anciano, joven y niño.

2. La misericordia hace que el corazón del Padre sienta una profunda alegría cada vez que encuentra a una criatura humana; desde el principio, Él se dirige también con amor a las más frágiles, porque su grandeza y su poder se ponen de manifiesto precisamente en su capacidad de identificarse con los pequeños, los descartados, los oprimidos (cf. Dt 4,31; Sal 86,15; 103,8; 111,4). Él es el Dios bondadoso, atento, fiel; se acerca a quien pasa necesidad para estar cerca de todos, especialmente de los pobres; se implica con ternura en la realidad humana del mismo modo que lo haría un padre y una madre con sus hijos (cf. Jer 31,20). El término usado por la Biblia para referirse a la misericordia remite al seno materno: es decir, al amor de una madre a sus hijos, esos hijos que siempre amará, en cualquier circunstancia y pase lo que pase, porque son el fruto de su vientre. Este es también un aspecto esencial del amor que Dios tiene a todos sus hijos, especialmente a los miembros del pueblo que ha engendrado y que quiere criar y educar: en sus entrañas, se conmueve y se estremece de compasión ante su fragilidad e infidelidad (cf. Os 11,8). Y, sin embargo, Él es misericordioso con todos, ama a todos los pueblos y es cariñoso con todas las criaturas (cf. Sal 144,8-9).

3. La manifestación más alta y consumada de la misericordia se encuentra en el Verbo encarnado. Él revela el rostro del Padre rico en misericordia, “no solo habla de ella y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, él mismo la encarna y personifica” (Juan Pablo II, encíclica Dives in misericordia, 2). Con la acción del Espíritu Santo, aceptando y siguiendo a Jesús por medio del Evangelio y de los sacramentos, podemos llegar a ser misericordiosos como nuestro Padre celestial, aprendiendo a amar como él nos ama y haciendo que nuestra vida sea una ofrenda gratuita, un signo de su bondad (cf. bula Misericordiae vultus, 3). La Iglesia es, en medio de la humanidad, la primera comunidad que vive de la misericordia de Cristo: siempre se siente mirada y elegida por Él con amor misericordioso, y se inspira en este amor para el estilo de su mandato, vive de él y lo da a conocer a la gente en un diálogo respetuoso con todas las culturas y convicciones religiosas.

4. Muchos hombres y mujeres de toda edad y condición son testigos de este amor de misericordia, como al comienzo de la experiencia eclesial. La considerable y creciente presencia de la mujer en el mundo misionero, junto a la masculina, es un signo elocuente del amor materno de Dios. Las mujeres, laicas o religiosas, y en la actualidad también muchas familias, viven su vocación misionera de diversas maneras: desde el anuncio directo del Evangelio al servicio de caridad. Junto a la labor evangelizadora y sacramental de los misioneros, las mujeres y las familias comprenden mejor a menudo los problemas de la gente y saben afrontarlos de una manera adecuada y a veces inédita: en el cuidado de la vida, poniendo más interés en las personas que en las estructuras y empleando todos los recursos humanos y espirituales para favorecer la armonía, las relaciones, la paz, la solidaridad, el diálogo, la colaboración y la fraternidad, ya sea en el ámbito de las relaciones personales o en el más grande de la vida social y cultural; y de modo especial en la atención a los pobres.


5. En muchos lugares, la evangelización comienza con la actividad educativa, a la que el trabajo misionero le dedica esfuerzo y tiempo, como el viñador misericordioso del Evangelio (cf. Lc 13,7-9; Jn 15,1), con la paciencia de esperar el fruto después de años de lenta formación; se forman así personas capaces de evangelizar y de llevar el Evangelio a los lugares más insospechados. La Iglesia puede ser definida “madre”, también por los que llegarán un día a la fe en Cristo. Espero, pues, que el pueblo santo de Dios realice el servicio materno de la misericordia, que tanto ayuda a que los pueblos que todavía no conocen al Señor lo encuentren y lo amen. En efecto, la fe es un don de Dios y no fruto del proselitismo; crece gracias a la fe y a la caridad de los evangelizadores que son testigos de Cristo. A los discípulos de Jesús, cuando van por los caminos del mundo, se les pide ese amor que no mide, sino que tiende más bien a tratar a todos con la misma medida del Señor; anunciamos el don más hermoso y más grande que Él nos ha dado: su vida y su amor.

6. Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos. Esto es más necesario todavía si tenemos en cuenta la cantidad de injusticias, guerras, crisis humanitarias que esperan una solución. Los misioneros saben por experiencia que el Evangelio del perdón y de la misericordia puede traer alegría y reconciliación, justicia y paz. El mandato del Evangelio: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20) no está agotado, es más, nos compromete a todos, en los escenarios y desafíos actuales, a sentirnos llamados a una nueva “salida” misionera, como he señalado también en la exhortación apostólica Evangelii gaudium: “Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (n. 20).


7. En este Año Jubilar se cumple precisamente el 90 aniversario de la Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y aprobada por el papa Pío XI en 1926. Por lo tanto, considero oportuno volver a recordar la sabias indicaciones de mis predecesores, los cuales establecieronque fueran destinadas a esta Obra todas las ofertas que las diócesis, parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos eclesiales de todo el mundo pudieran recibir para auxiliar a las comunidades cristianas necesitadas y para fortalecer el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra. No dejemos de realizar también hoy este gesto de comunión eclesial misionera. No permitamos que nuestras preocupaciones particulares encojan nuestro corazón, sino que lo ensanchemos para que abarque a toda la humanidad.

8. Que Santa María, icono sublime de la humanidad redimida, modelo misionero para la Iglesia, enseñe a todos, hombres, mujeres y familias, a generar y custodiar la presencia viva y misteriosa del Señor Resucitado, que renueva y colma de gozosa misericordia las relaciones entre las personas, las culturas y los pueblos.


Francisco
Vaticano, 15 de mayo de 2016,

Solemnidad de Pentecostés

domingo, 16 de octubre de 2016

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

CRECER CREYENDO:
Lc (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."» 
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 120,1-2.3-4.5-6.7-8

R/.
 El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.




COMENTARIO:
EL CLAMOR DE LOS QUE SUFREN.

La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar queDios hará justicia a quienes le gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?

En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Sólo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.

Lo que pide la mujer no es un capricho. Sólo reclama justicia. Ésta es su protesta repetida con firmeza ante el juez: «Hazme justicia». Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: "Buscad el reino de Dios y su justicia".              

Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes le gritan día y noche. Ésta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.    
       

Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos sólo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.


¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: "Hacednos justicia"? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre? 


La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?

REFLEXIÓN:

Me ha llamado la atención esta expresión de la PALABRA:
Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse…”
Desde los primeros cristianos la necesidad humana de inmediatez ha chocado con la realidad divina de eternidad. Sabedor Jesús de nuestra condición, insiste en la importancia de la constancia en la oración y en él ejemplo y nos insta a luchar contra el desánimo.
Yo que no soy ejemplo de nada ni para nadie, llevo desde 2011 con esta labor de orar en el atrio de los gentiles con vosotros y bien sabéis, porque lo hemos comentado muchas veces, el esfuerzo que me supone a veces, por mis circunstancias y las vuestras. Pero aunque en algún momento pueda flaquear, no me rindo. En esto sigo el lema de CELA, el que resiste: gana.




Prefiero a un pesimista, que no deja de ser un optimista bien informado, a un desanimado.
El desánimo es mucho más contagioso. Es un ejemplo de contravalor para una persona vocacional.


No podemos permanecer mucho tiempo con los brazos caídos y la cabeza gacha. Se puede admitir, porque somos humanos, que nos vengamos abajo, como se caen los servidores, pero nos volveremos a conectar, más o menos pronto, en cuanto un compañero nos dé el botonazo, si nuestra fe es firme.
Y aquí está la clave de todo en esta vida: CREER.
Creer en lo que uno siente, hace, crea, comparte.
La expresión del amor de Dios está en nuestro ejemplo, en cómo llegamos a los demás.
Y los cimientos del ejemplo se rellenan de ORACIÓN.


No debemos cerrar por la prisa o por la superficialidad de esta vida la puerta a tener un momento de recogimiento, a buscar en nuestro interior, a colocarnos en situación de escucha.
Si hay entrenamientos específicos para el cuerpo y la mente, como no buscar nuestro entrenador pastoral para el ESPÍRITU.
Cuando la capilla es un oasis de silencio y paz, cuando la luz del Sagrario es como un potente imán, no te niegues la oportunidad. Abre tu corazón y reza.

Verás cómo te hace bien, pero sobre todo verás cómo nos haces bien a los demás.

No tengáis miedo.

¡Ánimo y adelante!












domingo, 9 de octubre de 2016

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

CRECER CREYENDO:
Lc (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» 
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.» 
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» 
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Palabra del Señor



Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/.
 El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.


COMENTARIO:

CURACIÓN

El episodio es conocido. Jesús cura a diez leprosos enviándolos a los sacerdotes para que les autoricen a volver sanos a sus familias. El relato podía haber terminado aquí. Al evangelista, sin embargo, le interesa destacar la reacción de uno de ellos.

Una vez curados, los leprosos desaparecen de escena. Nada sabemos de ellos. Parece como si nada se hubiera producido en sus vidas. Sin embargo, uno de ellos «ve que está curado» y comprende que algo grande se le ha regalado: Dios está en el origen de aquella curación. Entusiasmado, vuelve «alabando a Dios a grandes gritos» y «dando gracias a Jesús».

Por lo general, los comentaristas interpretan su reacción en clave de agradecimiento: los nueve son unos desagradecidos; sólo el que ha vuelto sabe agradecer. Ciertamente es lo que parece sugerir el relato. Sin embargo, Jesús no habla de agradecimiento. Dice que el samaritano ha vuelto «para dar gloria a Dios». Y dar gloria a Dios es mucho más que decir gracias.

Dentro de la pequeña historia de cada persona, probada por enfermedades, dolencias y aflicciones, la curación es una experiencia privilegiada para dar gloria a Dios como Salvador de nuestro ser. Así dice una célebre fórmula de san Ireneo de Lion: "Lo que a Dios le da gloria es un hombre lleno de vida". Ese cuerpo curado del leproso es un cuerpo que canta la gloria de Dios.

Creemos saberlo todo sobre el funcionamiento de nuestro organismo, pero la curación de una grave enfermedad no deja de sorprendernos. Siempre es un "misterio" experimentar en nosotros cómo se recupera la vida, cómo se reafirman nuestras fuerzas y cómo crece nuestra confianza y nuestra libertad.

Pocas experiencias podremos vivir tan radicales y básicas como la sanación, para experimentar la victoria frente al mal y el triunfo de la vida sobre la amenaza de la muerte. Por eso, al curarnos, se nos ofrece la posibilidad de acoger de forma renovada a Dios que viene a nosotros como fundamento de nuestro ser y fuente de vida nueva. 

La medicina moderna permite hoy a muchas personas vivir el proceso de curación con más frecuencia que en tiempos pasados. Hemos de agradecer a quienes nos curan, pero la sanación puede ser, además, ocasión y estímulo para iniciar una nueva relación con Dios. Podemos pasar de la indiferencia a la fe, del rechazo a la acogida, de la duda a la confianza, del temor al amor.

Esta acogida sana de Dios nos puede curar de miedos, vacíos y heridas que nos hacen daño. Nos puede enraizar en la vida de manera más saludable y liberada. Nos puede sanar integralmente."


REFLEXIÓN:

Caminamos por la vida, cada cual con su “lepra”, cada uno con su dolor.
Es parte de la vida y parte de la cruz.
Pero buscando como buscamos la sanación me temo que actuamos más como los nueve leprosos en lugar de como el leproso samaritano.
Ya llegar a la experiencia de curación es una alegría y un triunfo, pero nuestra sociedad de consumo nos hace que principalmente volvamos la mirada agradecido hacia los fármacos y a los médicos que los recetan.
Perdemos la perspectiva.
Detrás de todo eso siempre está la mano de Dios.
Reconozco por educación, y refranero, que es de bien nacido ser agradecido, pero no podemos quedarnos solo ahí.


El camino nunca se puede ver igual, aunque sea el mismo.
Los testimonios de todos los que han tenido la experiencia de sanación así lo indican.
La vida no se ve igual.
Los valores importantes ascienden rápidamente en nuestra lista de prioridades.
El que más significativamente crece es la búsqueda sincera del otro.


No será porque el SEÑOR se canse de repetirnos que en el amor al prójimo es donde encontraremos la salvación, que lleva desde que comenzó el curso, como el martillo al clavo, sobre nuestra conciencia.
Su MISERICORDIA es eterna. Esperemos que nuestra facilidad para desviarnos del camino vaya disminuyendo. PAZ Y BIEN, PEREGRINOS.







domingo, 2 de octubre de 2016

Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."

CRECER CREYENDO:
Lc (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» 
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»

Palabra del Señor


Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/.
 Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.





















COMENTARIO:

“AUMÉNTANOS LA FE.”
        
De manera abrupta, los discípulos le hacen a Jesús una petición vital: «Auméntanos la fe». En otra ocasión le habían pedido: «Enséñanos a orar». A medida que Jesús les descubre el proyecto de Dios y la tarea que les quiere encomendar, los discípulos sienten que no les basta la fe que viven desde niños para responder a su llamada. Necesitan una fe más robusta y vigorosa.

Han pasado más de veinte siglos. A lo largo de la historia, los seguidores de Jesús han vivido años de fidelidad al Evangelio y horas oscuras de deslealtad. Tiempos de fe recia y también de crisis e incertidumbre. ¿No necesitamos pedir de nuevo al Señor que aumente nuestra fe?

Señor, auméntanos la fe. Enséñanos que la fe no consiste en creer algo sino en creer en ti, Hijo encarnado de Dios, para abrirnos a tu Espíritu, dejarnos alcanzar por tu Palabra, aprender a vivir con tu estilo de vida y seguir de cerca tus pasos. Sólo tú eres quien "inicia y consuma nuestra fe".

Auméntanos la fe. Danos una fe centrada en lo esencial, purificada de adherencias y añadidos postizos, que nos alejan del núcleo de tu Evangelio. Enséñanos a vivir en estos tiempos una fe, no fundada en apoyos externos, sino en tu presencia viva en nuestros corazones  y en nuestras comunidades creyentes.

Auméntanos la fe. Haznos vivir una relación más vital contigo, sabiendo que tú, nuestro Maestro y Señor, eres lo primero, lo mejor, lo más valioso y atractivo que tenemos en la Iglesia. Danos una fe contagiosa que nos oriente hacia una fase nueva de cristianismo, más fiel a tu Espíritu y tu trayectoria.

Auméntanos la fe. Haznos vivir identificados con tu proyecto del reino de Dios, colaborando con realismo y convicción en hacer la vida más humana, como quiere el Padre. Ayúdanos a vivir humildemente nuestra fe con pasión por Dios y compasión por el ser humano.

Auméntanos la fe. Enséñanos a vivir convirtiéndonos a una vida más evangélica, sin resignarnos a un cristianismo rebajado donde la sal se va volviendo sosa y donde la Iglesia va perdiendo extrañamente su cualidad de fermento. Despierta entre nosotros la fe de los testigos y los profetas.

Auméntanos la fe. No nos dejes caer en un cristianismo sin cruz. Enséñanos a descubrir que la fe no consiste en creer en el Dios que nos conviene sino en aquel que fortalece nuestra responsabilidad y desarrolla nuestra capacidad de amar. Enséñanos a seguirte tomando nuestra cruz cada día.

Auméntanos la fe. Que te experimentemos resucitado en medio de nosotros  renovando nuestras vidas  y alentando nuestras comunidades…" José Antonio PagolaGrupos de Jesús Parroquia San Vicente Mártir de Obando - Bilbao.

REFLEXIÓN:





¿Cómo aumentar la fe?
Esa pregunta tiene como respuesta el servicio y la entrega. Esa es la clave que nos da el evangelio.
Nuestra preocupación es que puestos ya en el camino, vamos a sufrir su desgaste. Para que esto no suceda debemos tomar conciencia, a cada paso, de que llevar la CRUZ tiene un sentido.




Septiembre es claro ejemplo de esto que digo. La carga que nos supone el regreso de una ilusión, el verano/las vacaciones, y el encajar en la rutina ilusionante del trabajo, hace que avancemos trastabillados todo el mes.
Si te quedas anclado en la ilusión el trabajo se te torna zarza de endrinas y moras. Tú recolectas sus frutos pero te pinchas. Esa es nuestra evaluación inicial.
Pero con esos frutos, harás tartas, mermelada o patxarán. Cada elaboración tiene su tiempo (Ese es nuestro curso.), pero sobre todo tiene un tiempo para poderse consumir posteriormente. Esa es nuestra verdadera evaluación final.
Así es nuestra fe también.
Es una fe compartida y para compartir.
Y en cada uno de nosotros tiene un tiempo de elaboración, de reposo y de degustación.
Ni la tarta, ni la mermelada, ni el patxarán tienen sentido para uno solo. Por supuesto que te las puedes tomar tú solo, pero compartidas resultan mejor, porque somos un animal social. Estamos hechos para los demás. Por eso el egoísmo se torna en soledad y “sobrepeso”. Y amarga hasta lo más dulce, pues nunca puedes sentirte satisfecho, lleno, pleno.

Ya está aquí octubre. ¿Has tenido tiempo de pensar lo que vas a poder hacer con los frutos cosechados? Busca la receta de la abuela o un tutorial en internet y ¡al lio!
Y recuerda, que cuantos más puedas acercar a la mesa del Señor, más sencillo será que la fe sea la roca sobre la que edifiques tu vida.

No tengáis miedo.
¡Ánimo y adelante!